miércoles, 27 de julio de 2011

Douglas Preston y Lincon Child

PANTANO DE SANGRE
La última aventura del flemático agente del FBI Pendergast, comienza con una visita la mansión familiar en Luisiana, Penumbra, para cumplir con las disposiciones de su bisabuelo y poder seguir disfrutando de la herencia. Se da un paseo por las polvorientas habitaciones llegando hasta el  armero donde se guarda el rifle que llevaba su mujer, Helen, el día del accidente de caza que terminó con su vida, se la comió un león de roja melena en Zambia, hace doce años. Sumido en la melancolía decide sacarlo y limpiarlo. Su sorpresa es mayúscula al descubrir que había estado cargado con cartuchos de fogueo, a pesar de recordar perfectamente que Helen lo había cargado con balas de punta redondeada. No había sido un accidente, había sido un asesinato. Aloysius pierde su habitual compostura y sangre fría. Con ayuda de su viejo amigo el teniente Vicent D’Agosta y con sus habituales y poco ortodoxos métodos, sigue la pista a los asesinos de su mujer. A lo largo de cuatrocientas noventa y seis vibrantes páginas descubre que no la conocía tan bien como él creía, que le guardaba muchos secretos. El final es genial, no está descrito simplemente proyectado, dejando a la imaginación del lector como termina Pendergast con el último de los culpables de la muerte de Helen.


Aloysius X.L. Pendergast no es el típico agente del FBI. Con dos doctorados, muy culto y rico por herencia, no necesita trabajar como agente de la ley. Se deduce que la muerte de su esposa es lo que le impulsa a dedicarse a la investigación. Tiene una memoria portentosa y una gran capacidad de observación, es capaz de disfrazarse y pasar totalmente inadvertido, piensa antes de hablar y sus métodos no son siempre legales. Es muy delgado y lo acentúa vistiéndose de negro con trajes hechos a medida, nunca los lleva arrugados o sucios, ni después de un viaje por las alcantarillas. De su americana pueden salir ganzúas, estiletes, su Les Baer, un juego de química para analizar muestras… y también puede hacer desaparecer bolsas con pruebas que prefiera ocultar del papeleo oficial o analizar más tarde. Todo ello sin despeinar un solo pelo de su rubio cabello, casi blanco como su pálida piel, nunca suda, no parece que las condiciones atmosféricas le incomoden, como si no sintiera el frío o el calor exteriores. No demuestra sus emociones, siendo imperturbable. Nunca cuenta mucho sobre sí mismo, y tal vez sea este el rasgo que más atrae, con la esperanza de saber algo más de él. Estas son sus aventuras:

Este es el décimo libro con Aloysius X. L. Pendergast como protagonista, de los escritores Douglas Preston y Lincon Child. Que reúnen en un elenco de personajes que suelen repetir. Después del primer par de novelas, cuando aparece un reincidente la alegría es como cuando ves a un amigo que hacía tiempo no veías. Estos autores son capaces de convertir a sus personajes en miembros de tu familia. No puedo entender como, un conservador del Museo Norteamericano de Historia Natural, Preston, y un analista de sistemas, Child, pueden escribir conjuntamente unas novelas llenas de intriga y tan bien hilvanadas. Estos thriller son imprescindibles en cualquier biblioteca, unen la novela policiaca bien tramada con pinceladas fantásticas que terminan teniendo explicaciones científicas.
               
Los primeros libros los escuché en forma de audio libros un invierno que me dio por coser mucho, por lo que siempre irá unido en mi memoria al sonsonete de la máquina de coser, a las tardes oscuras, frías y lluviosas y a un cargado y caliente te. Que después de leer esta última entrega y del paseo por Talayuelas, será de escaramujo.